¿Por qué estudiar Formación Profesional?

Por qué deberías pensar en la FP (y no solo en la universidad) si todavía no tienes claro qué estudiar
La formación profesional ofrece una alternativa técnica y con una alta empleabilidad, a pesar de que los jóvenes aún la ven como un itinerario de menor importancia.

1. ¿Qué se aprende en un ciclo de FP?

Hay más de 150 ciclos de FP, distribuidos en 26 familias profesionales que abarcan prácticamente todos los sectores productivos en España: hostelería y turismo, electricidad, sanidad, alimentación, informática… Pero todos tienen un objetivo común: ofrecer un entrenamiento técnico y práctico dirigido a la realidad del día a día en un puesto de trabajo. “Es una formación muy orientada a formar técnicos en el campo de la empresa. Quien lo elige, sabe que en dos años va a tener unas competencias profesionales que le van a habilitar para trabajar”, explica Ernesto Gutiérrez-Crespo, presidente de la Asociación de Psicopedagogía de Euskadi (ApsidE).

La FP se divide en tres niveles: básica, de grado medio y de grado superior. “A la básica se incorporan alumnos que por diversas razones no han podido terminar ESO. Combina unos conocimientos académicos generales y básicos con un principio de aprendizaje de un oficio”, apunta Luis García Domínguez, de FPempresa. Permite obtener el título de técnico profesional básico y para acceder a ella hay que tener entre 15 y 17 años y haber cursado el primer ciclo de secundaria.

En los ciclos de grado medio y grado superior, los contenidos ya se ciñen por completo al oficio que se esté aprendiendo, aunque es habitual que también se impartan módulos (el equivalente a las asignaturas en la FP) de inglés, orientación laboral y emprendimiento. Los de grado medio, que se encuadran en la educación secundaria postobligatoria, conducen al título de técnico.

El grado superior culmina con la obtención del título de técnico superior y da acceso directo a la universidad. En líneas generales, para acceder a él se necesita tener el título de Bachillerato o haber superado una FP de grado medio, aunque también se puede cursar con un título universitario. “Tiene una estructura similar al grado medio, con materias específicas de la profesión, y casi un 70% de las actividades son prácticas; el resto es formación conceptual y teórica”, apunta García Domínguez. “También se atiende a las famosas soft skills, capacidades personales y profesionales que los alumnos entrenan porque están trabajando en entornos que simulan una empresa o incluso en la propia empresa”.

La idea de este sistema de niveles es ir ampliando el foco y la profundidad sobre un oficio o profesión concreto, siempre desde esa aproximación práctica. Así, por ejemplo, dentro de la familia profesional denominada textil, confección y piel se ofrece un título de FP básica en arreglo y reparación de artículos textiles y de piel, mientras que en el escalón del ciclo superior lo que se aprende es diseño técnico de este tipo de productos.

2. ¿Por qué estudiar FP?

“La FP es una formación muy especializada y muy técnica. Y justamente eso es lo que ahora mismo más hace falta en España”, resume Pedro Barahona, director general de los centros EFAS. De todos los contratos que se cerraron en 2017, el 8,13% corresponden a titulados de grado superior y el 7,16% a técnicos superiores (frente al 9,88% de los universitarios). Los datos se extraen del último Informe del mercado de trabajo estatal del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE), que también alerta de que la oferta formativa de FP es insuficiente. “Ahora mismo es el camino más válido si quieres trabajar porque la gran mayoría de las empresas están diciendo que les faltan técnicos”, abunda Barahona. La última, Mercadona, que busca 200 informáticos procedentes de FP.

Un puente hacia el empleo de recorrido más corto —dos años frente a los cuatro del grado universitario— y, según los expertos, fiable. Esa orientación al mercado laboral se apuntala con las prácticas en empresas, obligatorias y que ocupan buena parte del programa formativo de los ciclos. En el caso de la FP dual se va incluso más allá y la formación se reparte entre los centros educativos y las empresas. “Las prácticas y la formación en centros de trabajo han sido desde siempre un aspecto muy interesante de la FP porque permiten un primer contacto con el empleo. Además, más de un tercio del alumnado se suele quedar en la empresa”, señala Ernesto Gutiérrez-Crespo, que es también orientador en un centro de FP en el País Vasco.

3. ¿Cómo elegir un ciclo?

¿Te gustaría aprender a diseñar y montar instalaciones de energía solar? ¿A realizar los planos de un sistema de distribución de agua potable? ¿O te ves más en un puesto de atención al cliente, gestionando por ejemplo la recepción de un hotel? Para navegar en el océano de ciclos de FP, hace falta un mapa. Y el primer hito es un ejercicio de autorreflexión: qué te gusta hacer, cuáles son tus capacidades, qué objetivos tienes…

“Ese es un primer paso imprescindible”, subraya Ernesto Gutiérrez-Crespo. “El segundo es conocer toda la oferta formativa y sus diferentes características. También saber cuál es el entorno sociolaboral del alumno, que entre en contacto con profesionales. Entonces ya estará en condiciones de tomar una decisión”. La del entorno es una parada fundamental, pues la oferta de FP está estrechamente ligada a las necesidades productivas y a la actividad económica del lugar en el que se ubica cada centro. Así, mientras que en el País Vasco se cargan las tintas en las titulaciones con un componente industrial, en la Comunidad Valenciana predominan los ciclos orientados al sector textil.

Para empaparse de información sobre la oferta de FP —qué ciclos hay, dónde se pueden cursar, qué se estudia en cada uno, qué salidas laborales tienen… —, el Ministerio de Educación tiene activa la web TodoFP. Y para decidir qué estudiar, ApsidE lanzó hace cuatro años la página Fpbide, un cuestionario para definir los intereses de cada alumno y después hacerlos casar con un ciclo concreto. La herramienta, que ya han utilizado más de 10.000 personas, se completa con testimonios de alumnos y profesores.

Los expertos echan en falta, sin embargo, un papel más relevante de los orientadores. Primero, en los institutos, donde son una figura escasa y con sobrecarga de trabajo. “Toda la información está ahí, pero hace falta un interpretador, alguien que canalice todas esas inquietudes”, señala Luis García Domínguez, de FPempresa. Y segundo, en los propios centros de FP, para abrir sus puertas y acercarse a los jóvenes. “Sobre todo en los grados medios nos encontramos con alumnado con dificultades de aprendizaje. Además, hacen una labor muy interesante de divulgación de la FP”, añade Gutiérrez-Crespo. “Nos extraña un poco que por un lado se quiera dar más peso a la formación profesional, pero por otro no haya recursos de apoyo para sus alumnos”.

Fuente: Diario El País

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